Todos los que de un modo u otro nos hemos dedicado a la informática siempre hemos acabado arreglando, formateando un ordenador o instalando un programa a un amigo. Es lógico. Si yo tengo un amigo mecánico le llevo el coche a que me lo revise. Se que va a tener un especial cuidado por ser su amigo y además le voy a pagar por ello. A lo mejor él se niega a cobrarme, pero eso es cosa suya. Yo prefiero pagarle. ¿Por qué ha de ser la informática diferente?

Esto es algo que tiene que estar ya más que superado. Porque trabajes con ordenadores no tienes por qué saber instalar una parabólica. Porque creo yo que los tiempos de «Bah! Eso lo haces en cuatro patadas y ¡además te gusta!» o «¡Que eso es lo tuyo!» están más que superados. Porque maldita la gracia que me puede hacer a mí leerme un manual de 40 páginas en inglés (por que la traducción al castellano la ha hecho un mono borracho) y encima subirme al tejado de tu casa un día de viento a orientar la puñetera antena. ¡Ah sí perdona! Que me has invitado a una cerveza… Entonces todo solucionado ¿no?

En fin, que situaciones así hemos vivido todos. Personalmente les llevo el mantenimiento a varios de mis amigos y estoy encantado de que me llamen, me inviten a una cerveza y de paso les reviso el ordenador. Una excusa como otra cualquiera para vernos. Para eso son mis amigos. Y sí, me gusta. Hasta en ocasiones me invitan a cenar y eso mola. Pero el desarrollo web es otra cosa…

Porque el formateo y reinstalación, recuperación, etc de una máquina son como mucho 4 o 5 horas (en el peor de los casos) mientras que una web, medianamente cuidada, en esas 4 o 5 horas como mucho has podido decidir qué contenidos vas a incorporar, ver otras páginas similares y con suerte, hasta qué diseño o modelo de lenguaje aplicar.

¿Qué precio poner?

Somos profesionales y debemos de valorar nuestro tiempo y trabajo en su justa medida. No estamos hablando de perder una tarde de domingo. Si nos dedicamos profesionalmente al desarrollo web nuestro trabajo nos representa y no debemos de escatimar medios (ni horas) en hacer un buen trabajo. Y hacer una web todos sabemos que no se construye en una tarde.

Desde luego cada cual sabe cuánto puede pedir. Es complicado muchas veces poner un precio, pero si es un amigo o familiar no te lo discutirá porque confía en tu criterio. Y tú mismo tendrás el suficiente reparo para no ponerle un precio desorbitado. La mejor forma de aprender a hacer presupuestos es con familiares y amigos. Ojo, a hacer presupuestos, no a ganar dinero. No lo convirtáis en un modo de vida. De ese modo lo único que hacéis es promover el mercado negro y sabéis sus consecuencias.

Os puedo asegurar que de este modo seguramente cuando lo acabes y hagas el cálculo de horas y precio final os echareis las manos a la cabeza. Eso sí, también os garantizo que os lo tomareis con un interés especial, dado que tu amigo se convierte en tu cliente, no alguien a quien le haces un favor. Desde luego aprenderéis dado que siempre intentareis dar un poco más de lo que os han pedido. Aunque eso será en los primeros trabajos. Luego poco a poco aprenderéis la lección más valiosa: a no dar más de lo que se os pide. Una vez tengáis aprendida esa lección y a ajustar presupuestos estaréis listos para buscar clientes de verdad.

Y volviendo a la cuestión, ¿cuanto cobrar? Bueno, aprende a valorar tu tiempo. A estas alturas ya deberías de saber cuanto tiempo tardas en desarrollar una web o una funcionalidad, a buscar recursos gráficos, etc. Calcula si te parece más cómodo por semanas de trabajo y ponles un precio según las horas que les dediques.

Si en algún momento alguién de fuera del entorno de tus amistades se pone en contacto contigo, o por medio de tu círculo consigues más proyectos quizás vaya siendo el momento de plantearte algo más serio y profesional. Eso sí, que te localicen por la calidad de tu trabajo, no por ser «muy barato».

Estamos en una economía de mercado y es muy lícito buscar siempre una solución más económica por un servicio o desarrollo. Pero sin promover la precariedad del mercado ni «tirar» los precios. Siempre que alguien te busque por ser muy barato se muy claro: «Tú me has buscado a mí y además eres un potencial cliente, no mi amigo. Cuéntame tu necesidad y te hago un presupuesto». Entonces seguramente descubrirás que realmente no puedes hacerle el trabajo por menos de lo que le están cobrando en otro sitio y únicamente pretende ahorrarse dinero. Es más, no hundas el mercado. Sino el próximo a quien se lo hagan será a tí. Además de que acabarás «atado» por proyectos infames y cuando tengas un proyecto interesante no podrás aceptarlo sin dejar lo anteriores y quedar mal con un montón de gente.

Luego poco a poco aprenderéis la lección más valiosa: a no dar más de lo que se os pide. Una vez tengáis aprendida esa lección y a ajustar presupuestos estaréis listos para buscar clientes de verdad.

El aprendizaje como compensación

A todos los que nos dedicamos al desarrollo, sea cual sea la rama, nos gustan lo retos y aprender. Sino no estaríamos aquí, eso está claro. Y seguro que nos tienta mil veces más un desarrollo interesante aún cuando implique más horas o menos dinero que «hacer lo de siempre». Bueno, vale, puede haber excepciones, pero por lo general, nos gustan los retos.

Cuando nos propongan un desarrollo que supone un reto podemos tener varias opciones:

  1. Lo vemos bastante complicado y nos echa para atrás por el trabajo que implica. En este caso la motivación del dinero puede darnos un empujón extra para aceptarlo y obligarnos a encontrar una solución. ¿Crees que no es profesional? Bueno, si terminas el trabajo serás mejor profesional puesto que has sacado un desarrollo complicado adelante y habrás ganado confianza.
  2. Nos pica lo suficiente la curiosidad como para tener la tentación de hacerlo por diversión. No, nunca. Es lo más peligroso, porque lo que puede comenzar como diversión puede acabar siendo una carga. Con casi total probabilidad cuando hayas desentrañado el problema este habrá perdido su atractivo y acabarás entregando un desarrollo deficiente y a mala gana una vez se haya acabado la diversión. Si lo haces además por dinero habrás cumplido el sueño de cualquier desarrollador: trabajar en lo que te gusta y además que te paguen.
  3. Obtengas algún otro tipo de compensación o te ofrezcan formar parte de un proyecto. Bueno, en tu mano está. Infórmate de los compañeros de barco y adelante si te parece interesante. Además existen ciertos «semilleros de ideas» en donde por poco precio al mes tienes un puesto donde trabajar, conexión a internet, etc. Puede salir o no, pero cuenta sobre todo los compañeros que hagas y que puedas empezar a moverte entre profesionales y no en el aislamiento de tu casa.

Cobrar una mierda y entregar basura

Cuidado con esto. Se está poniendo muy de moda y seguro que habéis leído cosas similares por ahí. El principio es muy simple. Como me pagas una miseria yo te entrego el primer borrador de mi código como definitivo. Yo cobro cuatro euros y tú tienes un código que funciona (más o menos). El cliente no puede reclamar porque sabe que está infravalorando al programador y yo me olvido del proyecto en cuanto cobro para coger otro igualmente mal pagado. Por desgracia ya no puedo dejar de coger proyectos-basura para poder mantenerme porque quién me busca me conoce por ser barato y conoce mi mal código. Y así nos va.

A ver. Mi código es mío, es mi tarjeta de visita y es lo que la gente conoce de mí. En las empresas lo primero que se ve cuando se va a contratar a alguien es el código que ha construido para otras empresas. Ya sea el HTML, el JS embebido en el código, la implementación SEO… Igual me da con lenguajes compilados, sabeis que existen cien maneras distintas de evaluar la eficiencia de un desarrollo sin ver el código fuente.

Buenas prácticas

Hace unas semanas terminé de leer uno de los que van a ser mis libros de cabecera y referencia, para ir releyendo de vez en cuando. Clean Code de Robert C. Martin. Os pongo la versión en inglés porque sale más barata. 🙂 Por desgracia mi nivel de programación no es lo suficientemente bueno como para comprenderlo en su totalidad, pero he de decir que su aproximación a lo que son buenas y malas prácticas ha sido realmente impactante.

Os lo recomiendo, de verdad. Todos los ejemplos (y hay bastantes) son en Java. Bueno, supongo que la mayoría no tendreís problemas con el lenguaje. En mi caso diré que sin conocer apenas Java y con mis conocimientos de OOP no tuve mucho problema en comprender las partes más importantes.

Es muy impactante leer un código antes y después de ser refactorizado desde un cúmulo de variables y clases sin sentido (para mí) a un código en Java que hasta yo podía comprender sin mucha dificultad.

Creo que incluiré una serie de post incluyendo los principios más importantes que apunta Robert C. Martin en el libro. Tampoco voy a «reventar» el libro, me limitare a los tres o cuatro que me han parecido más relevantes.

Tiene otro libro, que no he tenido oportunidad de leer, The Clean Coder y que también tiene una pinta estupenda. Creo que podría estár más relacionado con el tema de este post.

Bueno, espero no haberos aburrido mucho. 😉

Comparte si te ha gustado

Autor:
Última actualización:

2 comentarios

  1. Interesante y necesaria la cuestión que planteas…

    En mi opinión, la respuesta a tu pregunta es una bata. Cómprate una bata para trabajar y trabaja solo con la bata puesta. De este modo, cuando tu amigo X esté delante tuyo y tú lleves la bata puesta, sabrás que X en ese momento no es tu amigo sino tu cliente; mientras que cuando tú no lleves la bata puesta, entonces él es tu amigo y tú NO estás trabajando. Además, cuando coincida que X es de esas personas que son clientes cuando llevas la bata y amigos cuando no la llevas, no solo debes cobrarle sino que debes cobrarle exactamente lo mismo que a los demás: cobrarle menos que a otros clientes es una falta de respeto hacia tus otros clientes.

    Por último, recuerda que Jesucristo dijo Hermanos, no Primos. Lo de pagar le viene mal siempre a todo el mundo. Un amigo de verdad seguirá siendo tu amigo aunque no trabajes gratis (ni más barato) para él. El resto son parásitos con forma de amigo o familiar. Y, al fin y al cabo, igual de amigo/familiar/conocido eres tú con ellos para cobrarles de menos como lo son ellos contigo para pagarte de más. Así que, ¿hay que cobrarles de más a conocidos y amigos por desarrollar una web?

    1. Gracias por tu aporte y muy acertado el símil. La verdad es que las veces que he trabajado para conocidos o familiares son ellos los que han insistido en que cobrara lo que tuviera que cobrar. Suelo ser yo quien me ofrezco a cobrarles menos. También dependerá de la importancia de la tarea y conocer exactamente ,una vez finalizado el trabajo, el esfuerzo que ha requerido.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

De acuerdo con lo dispuesto en el Reglamento (UE) 2016/679 de 27 de abril de 2016, consiento que mis datos sean tratados bajo la responsabilidad de Oscar Gascón Arjol para recibir respuesta a consultas. publicación de comentarios del blog y que las conserve mientras haya un interés mutuo para ello. Me doy por informado que tengo derecho a revocar este consentimiento en cualquier momento y a ejercer los de acceso, rectificación, portabilidad y supresión de mis datos y los de limitación y oposición al tratamiento dirigiéndome por email a me@oscargascon.es. También estoy informado de que puedo reclamar ante la autoridad de control a www.agpd.es.